Cuando estas viajando, muchas personas te hablan de sus aventuras haciendo autostop, la cantidad de personas que han conocido, que si les invitaron a dormir en su casa o, que gracias a que les recogió esa amigable pareja, conocieron un lugar increíble.

Es cierto que todas estas cosas pasan, pero que casualidad que pocas veces te cuenten que hasta dar con buenas experiencias, también has de chuparte unas cuantas malas. Este es nuestro objeto hoy.

Gracias a que gran parte de los recorridos los hago de esta manera, he tenido unas cuantas historias muy interesantes que contar.

En un trayecto en Canadá, desde Creston a Osoyoos, se pararon dos coches, una furgoneta destartalada donde la conductora era la protagonista de Pink Flamingos y un copiloto, que era la mezcla entre el personaje de “un, dos, tres toma lacasitos” y el “ogro de las drogas”.

Por suerte, nosotros nos montamos en el otro coche, manejado por una chica, que en un principio parecía que iba normal.

Una vez que empezamos a hablar, comprendimos que el copiloto de delante, no era paralítico mental, sino que tenía una mezcla de cocaína y ketamina que le impedía moverse con normalidad. Entre frenazos, incorporaciones a la carretera un tanto peligrosas y paquetes de tabaco que acababa la conductora realizamos la primera de las paradas.

Al principio todo parecía normal, estirar las piernas, beber agua…sacar un documento de identificación, un billete y ¡sorpresa! No era una parada al uso, sino que, como se repitió cada 50 kilómetros que hacíamos, nuestros compañeros querían terminar la droga que les sobró de la fiesta anterior. Sus caras se iban transformando y su forma de conducir, digamos que no era del todo correcta.

Lo mejor fue, y nadie entiende como, al pasar un control de la policía, ambos coches, tras hablar con los agentes, pasaron el control sin ningún problema. Policía de Canadá, os la jugaron bien.

Otra ocasión donde autostop y conductor drogado se juntaron, fue en un trayecto corto en México. Queriendo ir desde Tulum a un cenote cercano, un gentil mexicano se paró para llevarme. Un coche cómodo, música electrónica y 180 km/h por carreteras de máximo 80 km/h.

Cinturón puestos, palomino en el calzoncillos y la baba cayéndole de la comisura de los labios, ¡¡bingo!! he dado con el premiado. Descubrir que unas horas antes se había tomado un par de tripis, fue el detonante de mi precipitada bajada.

Sin duda el trayecto más desagradable fue desde Uribia a un punto indeterminado cercano a Cabo de la Vela, Guajira Colombiana. En un sitio donde había mas alcohólicos por metro cuadrado que piedras, rodeado de mierda y con caras nada amigables un contrabandista de langostas se animo a parar.

Para mí todo iba normal, ya que me subí en la parte de atrás de la camioneta, por lo que pude dedicarme a admirar el paisaje, ajeno a mal trago que estaba pasando Silvia.

Sentada junto al conductor en lo que en un principio parecía una conversación bien intencionada, hasta que, el caballeroso individuo, empieza a clavar sus ojos en las tetas de Silvia e insinuar que las extranjeras vienen al país a hacer orgías. ¡Ya empezamos! qué si las españolas hacen intercambios de pareja, qué si son más abiertas, que si a mi me gustaría tener una aventura…Pero con respeto eh, que no es por ti, decía el ilustrado. Todo eso mientras utilizaba el argumento más sólido que tenía, lo había visto en un documental. Vamos como si le digo que todos los colombianos son narcos o todas putas porque lo vi en youtube. Otra bajada prematura.

A veces, calcular cuanto tiempo tardarás de un lugar a otro por la distancia que les separa puede ser una mala idea, y más, si te montas en un camión que no sube los 20 km/hora.

Un recorrido que a lo máximo se hace en una hora, desde Pasto a Tuquerres, se demoró más de 4 horas, con parada en la peluquería incluida. Lo mejor eran las preguntas, ya la contestación no importaba nunca se escuchaban, tan profundas como ¿cuál es el sentido final de la psicología?, ¿Qué esperáis de la vida? o ¿como estáis espiritualmente? Unido a dos horas de lecciones de catequismo radical.

Aunque no fue peor que las 5 horas esperadas en la ruta 40 en Argentina, prácticamente un desierto, literalmente en medio de la nada, eso si, muy buenas provisiones para casi 1000 km de travesía, media botella de agua y un pedazo de pan.

Finalmente no sabes que va a ser peor, si ir en autostop o en transporte público como en “La carretera de la muerte colombiana.

Así que, hasta el próximo capítulo!

Escrito por C. Benítez.

Si te gusta el humor absurdo y un poco de realidad viajera no dudes en suscribirte y tendrás tu dosis de estramonio gratuita. También en Facebook e Instagram.

Puede que también te guste...

4 comentarios

  1. […] a Rio Dulce en un viaje interminable, gracias a que varios coches se pararon a recogerme, (lee el diario del autostopista desquiciado I). Nunca me podré olvidar del último, un coche de policía con cuatro robocops armados hasta los […]

  2. […] PD: Si os ha gustado este artículo, no os perdáis los maravillosos personajes encontrados haciendo autostop leyendo Diario del autostopista desquiciado. […]

  3. […] unos tipos que venían del conocido festival de música “Shambala”, puestos hasta las cejas, y parando cada 100 km para meterse otra raya. Pura adrenalina, solo nos quedó besar el suelo al llegar a nuestro […]

  4. […] que en esto de viajar a dedo nos ha tocado conocer a mucho personaje, y en alguna ocasión hasta tuvimos miedo, pero también hemos tenido trayectos increíbles, como  en el sur de México, yendo desde […]

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.