Mocoa/ Villagarzón/ Laguna Cocha
Una bonito día empezaba a las cinco de la mañana en medio de la selva, los pájaros empezaban a volar, los grillos a cantar y mis vecinos a tocar los cojones.
Mi destino parecía cercano, solo unos kilómetros más al sur de Mocoa, un pueblito llamado Villagarzón donde vería unas cascadas y pasaría unos días. Pero todo cambio de forma brusca. La camioneta, donde me subí, me ignoro y directamente me llevó al terminal a varios kilómetros del pueblo. Allí me abordaron varios ávidos vendedores de tiquetes mascando arepas que me escupían con especial cariño.
Como antes de llegar a la terminal pude ver algo de Villagarzón, y no me llamó la atención, compré un billete para Pasto que salía en quince minutos, primer error del día.
Dos horas y media después y cuatro sancochos, salimos de la terminal en la parte trasera de la camioneta. Como es habitual, la cantidad de personas y objetos nunca corresponde al espacio existente. Cinco asientos, diez personas sentadas, una bombona de butano, tres gallinas, dos cuis y nuestro equipaje, segundo error del día.
El viaje comenzaba narrando las muertes y accidentes ocurridos en los últimos días pasados por la ruta que íbamos a seguir. Tanto las condiciones de la pista, como sus acantilados hacían de este viaje un espléndido momento para descubrir el puenting sin cuerda. Por algo lo llamaban la carretera de la muerte de Colombia.
Empezamos adentrarnos por una pista de tierra, llena de piedras, que en cualquier momento podía hacer reventar la llanta, a tres veces la velocidad permitida. Cada vez que dábamos una curva, la mitad de la rueda se asomaba de manera peligrosa por el acantilado. Esto parecía que animaba a los pasajeros que empezaron a hacerme una serie de preguntas, ¿de donde era?, ¿de que parte de España…?¿que estoy haciendo? ¿en españa hay muchos evangelistas? ¿que opino del apocalipsis? Para terminar haciéndome la pregunta que más me descolocaría, entonces ¿eres de Argentina no? Dos horas preguntándome sobre la comida, moneda, tradiciones de España ¿para terminar diciéndome eso? vamos que los cuyes que viajan debajo del asiento se habían enterado más.
A todo esto, el niño empezaba a desprender un cierto tufo a mierda, mientras cada tres minutos empezaba a decir si el pueblo que se veía era Villagarzón. La abuela, al cabo de un largo rato, se dió cuenta que ese olor no era normal, percatándose que su pobre angelito fétido se había cagado.
Limpiarle el culo a un niño nunca es fácil, pero en la parte trasera de una camioneta, a toda velocidad y llena de baches la carretera, que no salpicara mierda como si fuese un hipopótamo fue un auténtico milagro.
El mejor momento, fue cuando,sin ninguna vergüenza, una vez el niño estaba limpio, tiró todo al medio de la carretera, dándonos una lección de ecologismo en toda regla, aplausos y vítores sonaron , ¡qué elegancia!
Con el poco espacio disponible, las piernas empezaban a estar entumecidas pero gracias al pequeño cagón y sus magníficos codos que se clavaban como agujas en los glúteos, conseguía que no se me durmiesen.
Seguíamos subiendo la montaña, viendo bonitos acantilados, la familia me indicaba que allí se despeño su tío, el niño preguntando por Villagarzón y de repente una gallina se salió de su morral disparada del techo de la camioneta. Frenazo, golpe contra la estructura de hierro, moratón para dos semanas, y como si estuviese preparado, cinco personas salen corriendo detrás de la gallina. Unos minutos más tarde y con la emoción de saber si la gallina se suicidaría monte abajo, o se dejaría cazar, retomamos la marcha hasta llegar a almorzar.
Tomarse dos sopas y un plato con carne, arroz, yuca y ensalada es muy nutritivo pero es lo menos recomendado para un viaje de 5 horas de curvas. Esto fue lo que no debió de pensar la abuela, que muy poco después de volver a ponernos en marcha, se convirtió en una fuente humana, vomitando toda la comida que había ingerido desde la nochebuena anterior por dentro de la camioneta y por fuera. Tercer error del día.
Por fin, después de cinco horas, ser vomitado, oler a mierda todo el viaje, llego a mi destino. ¿Cúal iba ser mi última sorpresa? ¿ya no puede haber más no? ¿Demasiado para un solo viaje? Pues os equivocáis. Me quito el codo del niño de debajo de las costillas, agarro mi equipaje y no! Mojado hasta arriba de un liquido pringoso que salia de una bolsa llena de peces. Si señores, vomitado, cagado y con peste a pescado en todo el equipaje. ¿Qué más se puede pedir en un solo viaje?
Por todo esto decidí que esta iba a ser la última vez, en un mucho tiempo, en que cogería transporte público, a partir de ahora seguiría haciendo autostop.
PD: Si os ha gustado este artículo, no os perdáis los maravillosos personajes encontrados haciendo autostop leyendo Diario del autostopista desquiciado.
Escrito por C.Benítez
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Que manera de reír, Hacia falta quien hable de la malas experiencias que uno se va encontrando en el camino y no sólo las maravillas de conocer lugares nuevos Jajajaja, por algo se sale de la zona de confort no? Jaja
Saludos desde chile
Pd: me paso lo mismo que a ti en la ruta 40 en Argentina, solo que me fui con mi mochila cruzando desde Chalten a la frontera chilena que da a villa o Higgins, caminando…. 3 días… Lugares hermosos, pero que caminata de mierda!!
Saludos!
Gracias por el comentario Carlos! En eso estamos, riéndonos de las desgracias mochileras.. me quedo más tranquila ahora que dices que es una caminata de mierda, yo no la hice pero me quede con las ganas! A cambio conocí el epicentro del turismo en argentina, bajo caracoles y gobernador gregores, pura desolación! Jajaja
Buen articulo, y muy divertido, me he estado descojonando de risa como media hora. Por cierto, yo también hice esa ruta el año pasado (desde Pasto hasta Mocoa) y bufffffffffff! menuda aventura… por un momento pense que la contaba…
Muchas gracias!! La verdad que por un momento pensaba que iba a morir, sobretodo cuando encontrábamos un camión y empezaba a maniobrar a centímetros del acantilado…Menos mal que están haciendo otra vía…
Lo se, lo se… se lo que me estas contando.. Por algo sera cuando los colombianos conocen esa ruta como «El trampolin de la muerte». También le dedique una entradita en mi fotolog.
[…] Finalmente no sabes que va a ser peor, si ir en autostop o en transporte público como en “La carretera de la muerte colombiana.”. […]