El mayor temor para un inútil en mecánica como yo,con experiencia al volante casi cero, era que en medio de la nada el coche empezara a dar trompicones mientras pierde velocidad y no sabes que hacer.

Esto fue lo que nos ocurrió con nuestra Tartana. Un día después de hacerle una revisión para evitar cualquier problema, y cambiado algunas piezas, sin llevar la mitad del viaje, decidió dejar de funcionar en paisaje típico canadiense donde no había nadie, ni nada, a menos de 20 km y la cobertura no existía.

Por más que intentábamos encenderlo, levantar el capo y acordarnos de más de uno, no había manera de hacerlo funcionar. Tras un rato haciendo señales extrañas a los conductores que nos encontrábamos, un coche se paró para darnos los mejores consejos que podríamos tener, dignos de un informático de primera, ¿porqué no lo apagas y vuelves encender? Creo que nunca debió entender cual era nuestro problema.

En ese momento, apareció el hermano pequeño del jefe de los Ángeles del Infierno y su mujer, que a unos metros de nosotros, se habían quedado sin gasolina, con unos cuantos golpes y escuchando el ruido del coche nos lo dejó claro, tenéis que cambiar la bomba de la gasolina.

¡Mierda! Había aprendido que existía esta pieza hace unos días y ya nos estaba dando el follón.

Mientras, de la nada, se paraba un coche de policía. No un policía cualquiera de tráfico o un local que iba en busca de Donuts para su café, no, un oficial de inmigración, que con una sonrisa en la cara se acercaba a nosotros.

Con unas preguntas, ver que nuestro seguro no cubría absolutamente nada, y las caras de personajes que deberíamos tener, decidió ayudarnos a todos. A los Ángeles del infierno, llevarlos a por gasolina, y a nosotros, llamar a un gruista que nos ayudara.

Unos minutos después, ya teníamos todo el despliegue montado, el gruista, un señor con más barriga que cuerpo, que no paraba de arrojar pipas, y el policía.

Aprovechando que nuestro coche iba subiendo poco a poco a la grúa, el policía empezó con una charla un poco inapropiada, sobre que hacíamos en Canadá, cuanto tiempo llevábamos, si era nuestra primera vez allí, que hacíamos tanto tiempo…vamos, nos enfrentábamos a otro interrogatorio. como los tres pasados en el aeropuerto al entrar…Algo nerviosos, con unas argumentos super sólidos y con un poco de suerte, conseguimos guiar la conversación hacía cuanto nos iba a costar la broma del coche.

Sin tiempo a dejarnos reaccionar, se dirigió al gruista barrigón, intercambiaron unas cuantas palabras y regreso a nosotros sacándose un fajo de billetes, los contó y nos ofreció el costo de la grúa.

No podíamos creerlo. La primera vez que un policía nos ayudaba en todo el viaje y además quería pagarnos la grúa.

Aunque parezca mentira, un judío como yo, rechazó la primera oferta con la excusa de que teníamos dinero, pero a su segundo intento y un ¡Este es mi país y quiero que tengan buena impresión! Agarre esos billetes más feliz que cuando tu abuelo te da el regalo de cumpleaños como si de droga fuese.

Con una sensación extraña, casi de felicidad, aunque nos encontráramos en verdaderos problemas, sin saber bien lo que le pasaba al coche y llegando tarde a nuestro nuevo trabajo, fue cuando llegamos al Lejano Oeste Canadiense.

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Greenwood

Un pueblo sacado de los sueños etílicos de Jack London, Greenwood. Gordos, vaqueros con tirantes y tejanos, tiendas llenas de antigüedades sin utilidad en un pueblo que se quedó en el pasado febril del oro canadiense.

Al no poder arreglarnos el coche ese mismo día, tuvimos que buscar algún lugar donde poner la tienda de campaña, y que mejor que en un desguace, al más estilo de la serie Trailer Park Boys.

Al día siguiente, después de que se jugara el taller y la grúa a las cartas y se tomara alguna cerveza barata en el bar, nos arregló el coche a un coste mucho mayor del que en un inicio nos dijo.

Después de nuestras vacaciones merecidas en el lejano oeste, pudimos continuar nuestro viaje sin sobresaltos. Solo espero no aprender más piezas del coche, porque parece que cada vez que aprendo una, se rompe.

Escrito por C. Benítez.

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4 comentarios

  1. ¡Cuanto tiempo sin noticias y ahora con coche! vaya nivelazo.
    Seguro que de esta ha cambiado tu visión de la policía, a veces ayudan y mucho.

    1. Bueno, de momento me quedo con el recuerdo de ese señor…

  2. Nunca habiaspensado q la Policía sería tan amable, por lo demás como la vida misma. Feliz regreso a España.

    1. Por fin una buena acción por parte de la policía…ya era hora, siempre nos suele tratar a golpes jeje
      Nos veremos al regreso espero!!

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