Dejamos atrás Phnom Penh para ir a visitar los pueblos flotantes de Kampong Chhnang, despidiéndonos de la capital de Camboya con una sorpresa nocturna.
Y es que si nos llegan a decir que conoceríamos a F. Kafka en Phnom Penh nunca lo hubiésemos creído, pero así fue, y de la mejor manera que sabe, convertido en una inmensa cucaracha que a las dos de la madrugada caía en la espalda de Silvia provocando un zapatazo que ni mi madre en sus mejores días.
Kampong Chhnang es una pequeña ciudad alrededor del lago Tonle Sap que todavía no está en los grandes circuitos turísticos, conservando un ritmo de vida tradicional en el que los gestos de alegría y extrañeza de sus habitantes se mezclan con los “Hellooooo!” y sonrisas de todos los niños con los que te cruzas.
Siguiendo nuestra búsqueda de lugares relacionados con la época de los Jemeres Rojos, nos enteramos que en Kampong Chhnang hay un aeropuerto militar que estos construyeron, con la particularidad que una vez terminada la obra, para mantener en secreto la instalación, mataron a todos los trabajadores.
Cerca de este lugar también se encuentra una cueva que fortalecieron para usarla tanto de prisión como búnker, aunque su función real no es del todo segura.
Pero nuestra curiosidad se vio frustrada por varios comentarios argumentando la falta de interés en ver solo una pista de concreto abandonada, además de tener que convenir un precio con los militares que están custodiándola. Por lo que nos fuimos a buscar nuestro lugar preferido allá donde vamos, el mercado.
Varias hileras con humildes puestos, algunos no eran más que trozos de plástico en el suelo, donde las señoras descalzas se afanaban en descamar y destripar decenas de pescados, muchos todavía vivos. Sencillas carnicerías invadidas por cientos de moscas que no hacían caso a los golpes que recibían con improvisados abanicos de palo y bolsa de plástico. Montones de vegetales que se agrupaban según el estado de descomposición en el que se encontraban. Y cubriendo los espacios otrora vacíos, basura, de toda procedencia. El hedor que emanaba de este mercado era tan fuerte, que una vez que nos marchamos, todavía teníamos la sensación de estar respirando ese ambiente a putrefacción.

Una vez encontrada la salida del mercado llegamos a una pequeña represa donde convivían pescadores que se sumergían hasta los hombros cargados de pesadas redes para capturar algo diferente a los plásticos y botellas que flotaban, y motoristas que usaban el espacio para embellecer sus vehículos y de paso contaminar un poco más el agua. Todo en presencia de mirones neutrales que se entretenían en observar la pericia de los primeros. Sin mucho más que hacer, nos dejamos embriagar por la sensación de cotidianidad que se vivía en el ambiente transportándonos a un típico escenario digno de Planeta Humano.

El mayor atractivo de Kampong Chhnang son los pueblos flotantes que se encuentran a escasos kilómetros y las aldeas que trabajan la cerámica y arcilla.
Por miedo a encontrarnos en una situación comprometedora, donde el artesano y el barquero se compinchan para que acabes comprando un jarrón que no tiene espacio en nuestras mochilas, decidimos visitar solo los pueblos flotantes.
Un recorrido asombroso en barca donde podrás apreciar las viviendas flotantes, unas más modestas que otras, centros religiosos o pequeñas edificaciones donde limpian y secan el pescado.
Todavía me estoy preguntando si hicimos bien en visitarlo o por el contrario, fomentamos una actividad nociva para los locales.
La curiosidad que nos atrae a conocer este tipo de lugares imposibles de encontrar en nuestra tierra de origen, hace que acabemos comportándonos como si de un Safari se tratara, invadiendo la privacidad de estas personas.
Desde el barco vimos que el camino de tierra llega hasta el mismo pueblo flotante, de haberlo sabido antes, quizás nos habríamos conformado con llegar allí en bici, sentarnos a contemplar el rio y sus casitas sin tener que perturbar la intimidad de nadie.
Es cierto que me impresionaron las construcciones de las casas sobre el agua, las “barcas tiendas” que tienen instalados hasta pequeñas barbacoas para vender pinchos de carne de casa en casa y la felicidad de algunos niños que nos saludaban efusivamente. Aunque a tenor de algunas caras poco sonrientes de los habitantes que nos íbamos encontrando, puedo pensar que no les hace del todo mucha gracia esta intromisión.


Casi cumplidos los días de nuestra visa en Camboya nos dirigimos a nuestro último destino, antes de cruzar a Tailandia, Battambang. Esta pequeña ciudad de no más de 200.000 habitantes es considerada como la segunda ciudad en importancia del país. Aun así, guarda todavía la tranquilidad de una capital de provincia.
En esta ocasión quisimos conocer a un superviviente de los Jémeres Rojos para que nos contase un poco su historia, con la mala fortuna que fuimos atendidos por su hijo. Pero del que agradecemos que nos pusiera al tanto de la situación actual del país, además de mostrarnos todos los puentes “habidos y por haber” en la ciudad y parte de la región.

El único contacto que tuvimos con la época oscura de Pol Pot fue al visitar la Killing Cave, una cueva donde los Jémeres Rojos tiraban a sus víctimas precipicio abajo después de golpearlos mortalmente y que hoy se ha convertido en una zona de culto rodeado de estatuas sugerentes de viejas torturas.
Pero que pierde protagonismo al estar pegado a la Bat Cave, cueva donde miles de murciélagos se arremolinan cada atardecer para salir en manada en busca de alimento perseguidos por las cámaras de los cientos de turistas que, sentados enfrente de la cueva, no cesan en su empeño de guardar su memoria en formato fotográfico.
Ya sin días en el visado nos dirigimos hacia Tailandia, pero este es tema de nuestro próximo artículo.
Escrito por C. Benítez.
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[…] viaje continuó hacia Kampong Chhnang pero esta es parte de la siguiente […]
Señor Benítez cuando va a salir a La Luz el reportaje de la feria de abril?
Bueno, creo que primero tendré que ir…pero algún día.
hola:
Me ha gustado leer tu experiencia en Camboya y allá voy dentro de un mes.
No he conseguido ver como puedo salir de Kompong Chhnanag hacia Pnom Penh o Batambag en bus aunque, sorprendentemente, en sentido contrario no hay ningun problema.
Como lo hiciste tu?
Saludos
Muchas gracias por tu comentario José María.
Hay bus tanto a Battambang como a Phnom Penh desde Kampong Chhanng no vas a tener problemas para moverte.
Disfruta de tu viaje!!