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Un mes en Tailandia da para mucho, pero se hace demasiado corto. Este país que apostó por el turismo como uno de sus pilares económicos, muestra síntomas de agotamiento, incluso de estar muriendo de éxito, hasta tal punto, que los propios habitantes empiezan a estar cansados de los extranjeros.

Y no es para menos, entre el turismo sexual que mueve más de 6.000 millones de dólares al año, unido al interés casi ciego de algunos turistas en ponerse hasta arriba sin importar el caos que van generando a su alrededor provoca un malestar latente en la población.

A pesar de esta situación, Tailandia sigue siendo un país sorprendente, tanto por sus paisajes como por su cultura culinaria, pero sin duda, el mejor recuerdo fue el buen puñado de anécdotas que nos dejaron algunos de los personajes con los que nos cruzamos.

Y es difícil no acordarse de la salida de Pai, un pueblo al norte de Tailandia, no muy lejos del Triángulo del Opio. Lo que supusimos sería un camino de vuelta en la parte trasera de una pick up, disfrutando de las vistas y el fresco en nuestros rostros, fue un verdadero castigo de 60 kilómetros donde solo había curvas, mareos e insolación. Llegando a su clímax al aproximarnos a Chiang Mai, con una hilera de semáforos en rojo que se traducía en paradas eternas donde nuestras pieles se transformaban en chicharrones de primera.

De tal manera, que para la siguiente etapa, no dudamos en coger un autobús con aire acondicionado que nos llevase a nuestro próximo destino, Tak. Está localidad del noroeste de Tailandia, y capital de la provincia con mismo nombre, está fuera de los circuitos turísticos, tanto, que hace unos años el alcalde escribió una carta invitando a los turistas a conocer la ciudad y compartir en su casa la impresión que se habían llevado.

No tuve la suerte de charlar con el alcalde, pero sí de llevarme un buen recuerdo. Y es que no todos los días acabas subido en la moto de un Policía que intenta hacerse entender gritándote cada vez más fuerte como si tu problema fuese de oído, y no de que no comprendes ni papa de tailandés.

Pero gracias a su perseverancia acabé montado en un camión de carga lleno de ajos que me dejó en la entrada del Parque Nacional de Lan Sang, a unos escasos 20 km. de Tak.

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Parque Nacional de Lan Sang

Este lugar, famoso por las cascadas que llevan su mismo nombre, es un área protegida de 104 km², en el cual, entre semana, es difícil encontrarse con otros visitantes, por lo que puedes disfrutar a tus anchas de unas magníficas cascadas repletas de peces que no dudarán en comenzar a devorarte lentamente los pies. Aunque la entrada cuesta 200 bath por persona, merece la pena disfrutar de este paisaje casi solitario.

Tak, piuente Tak, Tailandia
Puente en Tak

La actividad de este pueblo se desarrolla a lo largo del río Ping, cruzado por uno de los puentes colgantes más largos de Asia, y pegado a un pequeño mercado donde todavía se sorprenderán de ver algún foráneo.

Exceptuando los alrededores, no hay mucho que hacer por lo que nos dirigimos hacia Kanchanaburi, ciudad al oeste de Tailandia que tiene los mismos atractivos que Tak, pero más explotados turísticamente.

La primera sorpresa que nos llevamos fue al presenciar el célebre puente que dio origen a la novela y película “El puente sobre el río Kwai”, alzado por prisioneros de la II Guerra Mundial y que se cobró más de cien mil muertos en la construcción del llamado “Ferrocarril de la Muerte” de Birmania.

Pero lo curioso de esta historia, es que dicho puente nunca existió, y lo que hoy se muestra a los viajeros es otro puente de hierro que se ajustaba los patrones de la película, salvo que no estaba sobre el río Kwai, sino sobre el Mae Klong, así que le cambiaron el nombre al río y a vender la moto, ¿inteligente verdad?

A una hora en autobús está el Parque Nacional Erawan, uno de los espacios naturales más importantes de Tailandia por su rica biodiversidad y donde puedes encontrar un conjunto de cuevas de fácil acceso así como las famosísimas cascadas que llevan el mismo nombre del parque.

Estas siete cascadas de aguas turquesas están tan llenas de peces como de turistas, mientras unos te quitan las impurezas de las extremidades, otros te deleitan entre gritos, chapuzones y selfies en posturas imposibles.

Erawan, tailandia,

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Para evitar la hora punta de visitantes no hay mejor manera que quedarse en el camping al borde del río. Una amplia explanada, regentada por un tailandés cansado de tanta aglomeración, que te regala un atardecer digno de las mejores postales.

Si no tienes tienda de campaña puedes alquilar una en el mismo sitio, ahora bien, la noche en vela que pasamos en la supuesta carpa para dos personas no se la deseo a nadie, así que, aunque cueste un poco más, no alquiles la tienda pequeña si no quieres sentirte Ortega Lara.Tailandia, erawan, cascadas, cascadas erawan, buceo, koh tao

Con pocos días más de visa por delante nos dirigimos a La Meca del submarinismo para principiantes, Koh Tao. Una pequeña isla en el Golfo de Tailandia donde a cada dos pasos encuentras escuelas de buceo en todos los idiomas e infinidad de alojamientos.

La impresión que me queda de este lugar, tras haber realizado varias inmersiones en distintos países de Asia, es que parte del coral que puedes ver está bastante dañado, incluso en muchas zonas está muerto. La biodiversidad es menor que en otros lugares del sudeste, y en ocasiones, se montan pequeñas procesiones de submarinistas que ni en Sevilla en Semana Santa.

Ahora bien, tanto las corrientes casi inexistentes, la temperatura del agua y los precios de los cursos hacen que no sea un mal lugar para comenzar, siempre que elijas una buena escuela y no una “fábrica de open water”. Por suerte, en esta ocasión, lo hicimos bien y fuimos a IHAsia, una escuela pequeñita en la playa de “Ao Chalok” donde recibimos un buen trato y tuvimos la suerte de no ser nunca más de dos alumnos por monitor.

Sin embargo, el mejor momento del viaje no lo tuvimos visitando ninguna ciudad, ni un lugar especial, si no, que fue en un tren de tercera clase dirección tailandia, pai, chumpon, Chumpon. Donde nada más entrar nos convertimos en la sensación del vagón, al toparnos con ese tipo de gente que te hace la vida un poco más fácil, que, sin conocerte de nada, destapan una botella de whisky para compartir contigo mientras te cubren con bolsas llenas de comida para que no pases ni un segundo sin masticar, a la vez que te señalan los paisajes y explican todo lo que ves, aun sabiendo que no te enteras de nada, y que disfrutan solo con observar a otros hablando en una lengua extranjera. Por ese tipo de personas, a veces, viajar no está sobrevalorado.

Escrito por C.Benítez

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3 comentarios

  1. Estoy de acuerdo contigo. Desde hace 10 años he ido más de cinco veces a Tailandia y he notado como las cosas han cambiado bastante en cuanto al trato y los precios. Pero sigue siendo un sitio genial para ir.
    Buen post, te empezaré a seguir.

    1. Muchas gracias Carmela por tu comentario.
      Es cierto que a pesar del desgaste por tanto turismo, Tailandia sigue siendo un buen lugar donde ir, sobre todo si te sales de los circuitos turísticos.
      Un saludo.

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