La primera información que recibimos cuando decidimos hacer el trekking del Salkantay por libre para llegar a Machu Picchu, fue que el frío es extremo y que a duras penas se encuentra un sitio donde comprar comida a lo largo del trayecto.

Como no somos muy amigos de las agencias y sus tours, rentamos el equipo de montaña necesario y cargamos a nuestras espaldas la comida para 5 días, caminando hacia lo que parecía ser el fin de la civilización.

Eran las 9 de la mañana cuando llegamos a Mollepata, la primera etapa del camino. Mochilas al hombro empezamos a caminar, nada más salir del pueblo se nos unió un perro color canela, de los llamados mil razas. Bromeamos con que sería nuestro guía, e incluso con que nos enseñaría el camino para entrar a Machu Picchu gratis, sin imaginar que se convertiría en nuestro fiel compañero durante tan largo viaje. Por su pelaje, y su parecido, le llamamos Donald (Trump), aunque realmente le teníamos que haber llamado “pequeño Houdini” por la destreza que nos demostró a los pocos días. 

Al cabo de un rato, nos encontramos ante dos caminos, un atajo totalmente embarrado, que casi era entrar en arenas movedizas, o seguir avanzando por la carretera. Casualmente pasó una ambulancia y amablemente nos llevaron unos kilómetros más adelante, donde podíamos retomar el sendero.

Ilusos de nosotros, nos despedimos de Donald y nos subimos cual enfermos en la parte trasera del vehículo. Aquí debimos darnos cuenta de que el perro no iba a ser una compañía pasajera, a toda velocidad nos siguió durante toda la trayectoria de la ambulancia, hasta que cogió la suficiente velocidad para perderlo de vista. Mientras buscábamos unos palos que nos hicieran de bastones, y especulábamos si el perro vendría o no, a lo lejos, Silvia vislumbró a Donald con la lengua fuera dirigiéndose hacia nosotros. ¡No podíamos creerlo! 

Asombrados de la perseverancia del can, recorrimos los 18 km que restaban hasta Soraypampa. Una vez alcanzada la meta del primer día, pudimos acampar en la casa de una señora, mientras veíamos perfectamente los dos picos nevados, Salkantay y Humantay. Un auténtico espectáculo.

Pero lo malo no se dejó esperar mucho, y al poco de poner nuestra tienda, se rompió la cremallera interior, dejándonos a la libre disposición de todos los bichos del entorno y algún animal con ganas de robarnos la comida, por suerte, descubrimos lo protector que era Donald, quedándose toda la noche en guardia delante de la tienda. 

Al día siguiente, mientras nos dirigíamos a la laguna de Humantay, se perdió entre los cubos de basura de las agencias turísticas, buscando algo que echarse a la boca, y jugando con el resto de visitantes que formaban un heterogéneo y multitudinario grupo.

Pensamos que ya habría encontrado otros amigos que lo alimentarían mejor que nosotros, pero al regreso de la caminata, cuando disfrutábamos del calor del acogedor refugio que encontramos para la segunda noche, Donald no dudó en adentrarse en la casa, abrir la puerta y colarse en la habitación de nuestros compañeros, pegándoles un buen susto.

A la mañana siguiente comenzamos a caminar cuando apenas estaba amaneciendo, no sin nuestro fiel compañero, que era la sensación del viaje, todos le tocaban o le arrojaban algo de comida. Nos difuminamos entre grupos de agencias, arrieros y caballos en nuestro camino hacia el paso del Salkantay, a 4600 m.s.n.m. Conseguimos llegar antes de lo esperado y disfrutar de las magníficas vistas un buen rato junto con nuestro inseparable amigo.

Comenzamos la bajada hasta llegar al camping Andenes, con 41 km. de camino, un día más, Donald dormiría defendiendo nuestras tiendas de los chanchos que rondaban. 

Al despertar ya se nos veía la preocupación en el rostro. No sabíamos que hacer con él. Por más que le dimos vueltas, nuestro viaje con el perro no podría alargarse mucho más. Ya nos habían avisado que llegar a Aguascalientes con él, podría suponer que lo envenenasen, según los locales, –allí no quieren a los perros y esta es una actividad habitual-. Cosa que después de estar allí, y ver la cantidad de perros callejeros, ponemos en duda.

Todas las negativas que los lugareños nos daban sobre si conocían al perro, o a su dueño, nos daban muy pocas esperanzas de que pudiera volver a su casa.

Al llegar a Chaullay decidimos que lo mejor era preguntar allí si alguien lo conocía o que si podían cuidarlo mientras llegaba su supuesto propietario. Y eso fue lo que hicimos. En una casa, donde parecían amables y se ofrecieron a la tarea de cuidarlo, dejamos al perro, atado mientras se comía un buen plato que le habían servido.

Tristes, nos volvimos a colocar las mochilas y mientras no nos veía, nos alejamos de la casa. Pero no tardó mucho en empezar a escucharse un conmovedor lloriqueo, que a más de uno le tocó la fibra.

Convenciéndonos que era lo mejor que podíamos hacer, ya que no podíamos hacernos cargo de un perro una vez terminada la travesía, anduvimos varios kilómetros cuando, de la nada, Donald apareció corriendo. ¡Otra vez nos había seguido! 

Descolocados, sin saber si se había soltado, o lo habían soltado, proseguimos el camino, decidiendo que hacer con él. No encontrábamos ninguna familia que lo quisiera, o que nos diera buena espina para dejárselo. Sobretodo, la que machetes en mano, bromeaban de qué forma asarlo.

Hasta que a mitad de camino, en una pequeña chacra, donde comimos, la familia se ofreció a tenerlo mientras apareciera su dueño. Otra vez, se repetía el desagradable momento de atarlo, mientras le daban un plato con comida, nos tuvimos que marchar sin que nos viera.

Cada cierto tiempo encontrábamos en el camino zonas que habían sufrido derrumbes, teníamos que pasar por un espacio bastante estrecho al borde del precipicio, donde nos indicaron que ya hubo algún accidente mortal, lo que no es de extrañar dados los más de 30 metros de ostia total. Fue en el peor momento, en el paso con mayor peligro, tratando de no mirar para abajo y conteniendo la respiración, cuando Donald apareció llorando y alteradísimo. Temimos que el inoportuno perro se abalanzara sobre nosotros haciéndonos caer precipicio abajo. 

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Uno de los múltiples derrumbes. Foto por K.

¡Otra vez! Era un auténtico escapista, dejaba a Houdini en un mero aprendiz. 

Estaba claro que Donald pasaría el resto del día con nosotros, así que seguimos camino, hasta llegar a la altura del río. En este momento, se acercó a la orilla a beber agua y sin que nos diéramos cuenta, se cayó. Como pudimos, agarramos al perro para que no se lo llevara la corriente, y que tampoco nos cayéramos nosotros. Y con toda la suerte del mundo conseguimos que saliera. ¡Diosito con el perro!

Sin más sobresaltos llegamos al pueblo La Playa, donde dimos con una familia que nos dejó acampar en su casa. Casualmente querían un perro y no tenían. Donald, les había caído en gracia y jugaba con las niñas. Así que tras contarles la historia y explicarles bien como deberíamos hacerlo para no tener más sustos, y descartado por imposibilidad técnica quedarnos nosotros con el perro, lo dejamos comiéndose un buen trozo de pollo en la puerta de la cocina. * 

Continuamos por la parte del Camino Inca que lleva a Llactapata. Al terminar una dura subida hasta el mirador, observamos por primera vez el Machu Picchu. La familia que vive allí nos explicó todos los pormenores de la zona y nos indicaron por donde bajar hasta Hidroeléctrica por el auténtico camino inca, que no era transitado por lo grupos porque aún lo están rehabilitando.

Tras varios culazos y bastones rotos llegamos a Ahobamba acompañados por nuestra anfitriona de esa noche, donde acampamos y cenamos noodles por quinta noche consecutiva, esta vez sin nuestro mejor guía, que ya no aparecería de nuevo para acompañarnos hasta Machu Picchu.

Terminamos el trekking sin más sobresaltos, pasando dos noches en Aguas Calientes para poder disfrutar de un día completo recorriendo las ruinas.

Como premio final fuimos a acampar a las termas de Cocalmayo, que alegraron nuestras rodillas desechas, pero con la pena de haber tenido que dejar a un perro fiel y aventurero que nos hubiera gustado acoger y del que será difícil olvidarnos. 

Para todos los que quieran realizar esta caminata por libre podéis mirar nuestra guía detallada sobre precios, lugares para comer, dormir, transporte… 

*Si alguno realiza esta misma travesía y pasa por Sahuayaco (La Playa) le agradeceríamos que nos pudieran dar noticias de Donald. Se quedó en la casa de Marisa, prima de Juan. En una casita pequeña al pasar la cancha. Entre la escuela, el río y el Hotel Mirador II.

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Donald en su nueva casa

Escrito por C. Benítez.

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11 comentarios

  1. Muy conmovedora la historia de Donald y que pena tener que dejarlo.
    El trekking muy duro y mas a esa altitud, después de eso el camino de Santiago será un paseo para vosotros.
    Me divierto mucho con vuestras historias, seguid así.

    1. Muchas gracias por el comentario!! Una pena no podernos llevar a Donald, pero hubiese sido un problema bien gordo llevárnoslo a pasar penurias en nuestros viajes.
      Esperemos que la familia nueva lo trate bien y a ver si alguien nos da noticias de él.
      Un saludo. vecina.

  2. exelente aventura, avisen y lo vuelven a realizar,saludos desde lima
    Gracias

  3. ¿Qué crees? En varias caminatas en las montañas de México hemos sido acompañados e incluso guiados y sacado de apuros por perros, los solovinos. Yo los adoro pero ya entendí que esos perritos son felices allí, la montaña es su forma de vida y su libertad. Claro, llegaron allí por la mano del hombre, pero no es bueno sacarlos de su hábitat. Seguramente Donald (Rufo, Firulais, Chencha, La Chocolata… todos ellos) volverá al punto donde lo conocieron y guiará a otro afortunado grupo. Me encantó el post y, en general, el sitio.

    1. Muchas gracias por tu comentario!
      Eso pensábamos nosotros, que volvería al pueblo donde lo encontramos, pero empezamos a preocuparnos en el momento que dejó de ser el guía, e ir con seguridad por los caminos, a ponerse detrás de nosotros y no alejarse del grupo. Creo que se alejó demasiado del camino que conocía…

  4. Se ha sabido algo de Donald?

    1. Noo!! De momento nadie nos ha dado ningún dato sobre Donald.
      A ver si tenemos suerte y pronto nos pasan alguna foto suya.

  5. Me encantó vuestra historia, tenemos intención de realizar esta ruta por libre.

    Habeis hecho una entrada ccon precios y sitios en los que acampar?

    1. ¿Qué tal Adriá?

      Puedes ver toda la info sobre nuestra ruta en https://www.hateradvisor.es/guia-trekking-del-salkantay-a-macchu-picchu-por-libre/

      La escribimos hace unos meses, por lo que puede que algunos precios cambiaran, pero te puede servir de referencia. Si finalmente hacéis la ruta y encontráis más info que se nos haya pasado, la agregaremos encantados.
      Y sobre todo, si veis a Donald, avisadnos.
      Un saludo.

  6. Hola, que hermosa historia! En enero haremos esa ruta, voy a averiguar sobre Donald… podría hacerles algunas preguntas sobre esta experiencia?
    Gracias!

    1. Muchas gracias Valentina.
      Si, claro que puedes hacernos alguna pregunta.

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